Si tienes un cachorro en casa y te preocupa que pueda padecer displasia de cadera en el futuro, esta información te puede ser de gran ayuda.
Los cachorros no nacen con displasia de cadera, la desarrollan en los primeros meses de vida, siendo especialmente crítico el período comprendido entre los 2-3 y los 8-9 meses de edad.
Por este motivo las placas RX destinadas al diagnóstico de la displasia de adera se realizan a partir de los 3-4 meses de edad.
Pero ¿por qué un cachorro sano y feliz puede desarrollar esta enfermedad? Hay tres grandes causas principales:
Factores genéticos
Que la displasia de cadera tiene un componente hereditario es innegable. De ahí que los programas de cría en los que se exigen radiografías homologadas (en España por AVEPA) de los perros reproductores, hayan conseguido excelentes resultados en muy pocas generaciones.
Razas tradicionalmente sensibles a esta enfermedad, como el pastor alemán, han cedido los primeros puestos en incidencia de esta enfermedad a otras razas con muchos menos controles en la cría (caso de bulldogs, carlinos…).
En este reciente estudio realizado en Reino Unido sobre seis razas muy ligadas en el siglo XX a problemas de displasia de cadera (labrador retriever, golden retriever, pastor alemán, rottweiler, boyero de Berna y terranova) queda demostrado cómo se puede reducir la incidencia de la enfermedad de forma notable solo estableciendo controles sobre los ejemplares reproductores en apenas unos pocos años.
Factores ambientales
Durante los meses de desarrollo del cachorro hay un buen número de situaciones que pueden desembocar en una displasia de cadera con origen “ambiental”, aunque sería más correcto denominarlo origen traumatológico.
- Exceso de ejercicio. Los cachorros, sean de la raza que sean, no se deben someter a ejercicio excesivo. Las articulaciones, durante su formación y hasta su desarrollo completo, son muy sensibles a microtraumatismos que acaban degenerando en artrosis tempranas y daños irreparables en la cabeza del fémur o en el acetábulo de la cadera.
- Juegos de impacto, salto. Juegos como el frisbee o cualquier otro que implique saltar están terminantemente prohibidos en perros en desarrollo. Los llamados “cartílagos de crecimiento” cuando están “abiertos”, son extremadamente sensibles a los impactos. Y no se cerrarán hasta que el cachorro alcance su tamaño de adulto.
- Suelos resbaladizos. Tarima, parquet, baldosa... Todos esto suelos tienen la peculiaridad de ser resbaladizos, provocando hiperextensiones de ligamentos y esfuerzos antinaturales en las articulaciones en crecimiento. Por eso no es mala idea comprar unos metros de moqueta (la más económica, es solo para unos meses) y colocarla al menos en los lugares de la casa en los que los cachorros puedan patinar (por ejemplo, cruces de puertas).
Factor alimentación: equilibrada y de calidad
La alimentación en los cachorros es fundamental para alcanzar su óptimo desarrollo. Lejos quedan ya los años en los que los veterinarios recetaban suplementos de calcio en las etapas de crecimiento.
Ahora sabemos que los alimentos completos de calidad son la mejor garantía de unas articulaciones sanas y un desarrollo óptimo.
Por este motivo, los veterinarios de KNINE han desarrollado piensos que combinan los mejores condroprotectores, como la glucosamina y condroitina con extracto de mejillón de labios verdes y botánicos como el aloe, que potencian la capacidad funcional de los condroprotectores tradicionales, añadiendo un efecto antiinflamatorio que ayuda a regenerar lesiones por microtraumatismos, favoreciendo al mismo tiempo un óptimo desarrollo óseo y articular de los cachorros.
Resumiendo: Si la genética de tu cachorro no le predispone a la displasia, si tienes cuidado con el entorno y le proporcionas una alimentación de calidad, tendrás un adulto sano y feliz, sin problemas articulares.